La gente tiene muy poca vergüenza...


Ayer salí a ver Semana Santa tras varios años sin pisar las calles del centro para ver una sola cofradía. Como alguien diga que soy poco sevillana por esto le arranco las uñas, que estoy harta ya de que me digan que por eso y por no saber bailar sevillanas no soy de Sevilla.

Por donde iba: que ayer salí a ver Semana Santa y recordé por qué había decidido dejar de ir. Me lo pasé fenomenal en términos generales y lo cierto es que los pasos y eso son muy bonitos pero la gente tiene muy poca vergüenza.

Lo primero que vi fue San Benito y nos tiramos casi cinco horas esperando en la puerta para verla salir bien, en primera fila. En fin, hasta comimos allí y todo. Bueno y lo mejor fue que cuando salió el paso llegó una de esas señoras mayores irritantes con un nieto más irritante aún. "Perdona hija, déjame pasar al niño para alante anda...", nos dijo con cara de pena. Yo le comenté a mi amiga que detrás del niño iba la mujer y la tía acababa de llegar y no era plan de que see nos empezaran a colar caraduras. En fin, que la vieja metió al niño. Y, tal y como predije, luego se metió ella. Después, esta misma señora volvió a poner cara de pena y nos pidió una de nuestras sillas porque "su nieto se estaba cansando". Me entraron ganas de decirle que su nietecito de las narices tenía cinco años y que si se cansaba que se trajera una silla o que no viniese. Total, le acabamos dejando la silla.

Pero luego vino lo mejor de esta señora. Estuvo todo el rato dándole golpecitos en la cabeza a mi amiga, no sabemos si aposta o si era porque no veía ni tres en un burro. Cuando estaban cantándole saetas al paso y la calle entera estaba en silencio, se escuchaba a la vieja diciéndole al nieto "Pídele caramelos", "Pídele estampitas", etc, etc. Y el nieto con su voz súper chirriante "Oyeeeeee ¿meeee daaaaas uuuun caaaaraaameeeeeloooo?". En ocasiones pedía dooooooos caaaaraaaameeeeelooooos a la vez el muy gorrón. Acto seguido la vieja le daba collejas a mi amiga sin venir a cuento. Le reprochamos a esta mujer que había llegado la última y lo único que se le ocurrió decir fue "Oh, hijo...". De pena.

En fin. Luego nos fuimos de San Benito para la Cuesta del Bacalao, a ver Los Javieres y San Esteban. Allí, tres cuartos de lo mismo. No llegamos los primeros pero tampoco estábamos los últimos. Cuando estaba pasando la virgen de los Javieres llegaron dos tíos con tres tías súper encalomados que dio la casualidad de que conocían a los que teníamos delante. Total, que se nos pusieron delante by the face. Y luego, cuando estaba pasando la virgen de San Esteban, empezó a pasar gente por delante mía y llegó un momento en el que un tío super gordo y una abueleta se me pararon delante dejándome casi sin respirar. Y no exagero. Lo mejor de todo es que me intenté mover para ponerme algo más cómoda y la abueleta esta me miró con una cara de asco... que por poco más y le estampo la silla en la cara.

Conclusión, un año más. Sigo teniendo pánico a las multitudes, especialmente si me apretujan y se cuelan (de hecho, en el Corpus me entró una especie de ataque de ansiedad entre mis pelos, el calor y la gente) y la gente, aunque hayan pasado casi cuatro años desde que no salgo a la calle, sigue teniendo muy poca vergüenza.

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Ego.

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